¿La queja afecta tu salud?

¿Cuántas veces al día te quejas o escuchas a alguien quejarse?… probablemente muchas veces. Seguramente estás pensando que exagero, pero podemos quejarnos entre 8 a 20 veces al día o más. En la vida real las quejas se esparcen como humo y contaminan por fuera y por dentro.

La queja surge a raíz de una frustración, malestar o daño percibido: centramos nuestra atención en lo negativo y buscamos una forma de amortiguar el malestar: la queja es un método para ello.

Nos quejamos como forma de liberar la tensión, paliar frustración generada. pero paradójicamente esta “solución” ante el malestar, suele generar más malestar, por lo que nuestro foco permanece en lo negativo y nos quejamos más y más. Si repetimos este patrón, en poco tiempo acabamos por convertirnos en unos quejones profesionales.

Nos quejamos desde que comienzan el día, siempre hay algo de lo que lamentarse: hace calor, hace frío, han el gobierno, que el país, que mi mama … Y, lo que es peor, tampoco proponemos una solución o hacer algo para cambiar su situación.

Quejarte y amargarte la vida es un hábito dañino que afecta tus relaciones personales, tu autoestima, tu bienestar y tu salud. La amargura, la rabia , la queja afecta al hígado y la vesícula.  Trae contracturas musculares, tendinitis, bruxismo. Alteración del sueño y dolores de cabeza.https://isabelbosque.com/conciencia-corporal-conectar-con-nuestro-cuerpo/

El quejón no quiere amargarnos la vida, realmente lo que quiere es ser feliz… pero está atrapado en un bucle negativo y sufre. No es capaz de superar la frustración, aceptar y pasar a la acción: se ha quedado bloqueado en la queja alimentando su malestar sin darse cuenta. 

Nos quejamos para buscar apoyo en los demás, consuelo, empatía, esto nos consuela de alguna manera, pero no ayuda a superar la frustración ni a pasar a la acción.

Hice un experimento y me quede con la boca abierta.

Le pregunté a 10 personas vía whatsapp: “¿Cómo estás?”, estas fueron algunas de las respuestas:

  • “Bien, pero estoy cansado de tanto trabajo”
  • “Atorada en el P#&* tráfico de $#%! como siempre”
  • “…. estoy muy ocupado luego te llamo”
  • “Bien y ¿tú?…”
  • “Con muchísimo calor… no sabes es insoportable vivir así uff…. ¿y tú cómo estás?”
  • “Ando con mucho estrés, no paro, estoy esperando a que llegue el viernes”

Estos fueron los resultados:

  • 60% de las respuestas tenían una connotación negativa
  • 30% de las respuestas eran una queja tal cual
  • 10% eran respuestas neutrales, positivas, o simplemente no respondieron

Sí, leíste bien: ¡solo el 10% tenía algo que decir sin quejarse!

Corte comercial: Si tú conoces a alguien que vive en modo queja todo el tiempo comparte este artículo ahora

Nunca había puesto demasiada atención en las respuestas, o tal vez  simplemente ya estamos acostumbrados a un comentario “tipo queja”.

Vivimos en una sociedad que nunca está conforme, y eso, es algo positivo: el no querer quedarte estancado y encontrar los fallos de algo para seguir avanzando, es algo muy bueno.

Sin embargo, es común canalizar esas ganas de “ser mejor” en una queja, en lugar de canalizarlo en una “acción” que sí mejore la situación.

Es probable que estés pensando que muchas de tus quejas son situaciones en las que tú no tienes nada que ver, o que simplemente no dependen de ti directamente para mejorarlas, pero, te equivocas… y unos párrafos más adelante sabrás por qué.

Pero por lo pronto, es importante descubrir por qué el hábito de quejarte (o escuchar quejas ajenas) dañan tu autoestima y tu salud.

El hábito de la queja afecta tu salud

Repetir un pensamiento o una acción crea y fortalece un «camino», es decir, una conexión entre neuronas. Quejarte una y otra vez forma un camino (conexión neuronal) que se refuerza con cada repetición. 

Cuando piensas en una queja (incluso sin que la menciones), esta conexión neuronal también llamada sinapsis se activa y desencadena una reacción de estrés, miedo o ansiedad (o el combo completo).

La reacción anterior libera de forma prolongada sustancias muy dañinas relacionadas con este tipo de estados emocionales como el cortisol. 

La hormona del estrés (el cortisol), es el enemigo público número uno, pues tiene miles de consecuencias negativas en tu salud:

  • Interfiere con el aprendizaje y la memoria
  • Con tu ciclo de sueño y descanso
  • Debilita tu sistema inmune
  • Disminuye la densidad ósea
  • Aumenta la ganancia de peso 
  • Aumenta la presión arterial
  • Aumenta el colesterol en sangre
  • Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.
  • Aumenta el riesgo de depresión y enfermedad mental
  • Afecta todas tus relaciones personales y laborales 
  • Disminuye tu autoestima
  • Aumenta la probabilidad de caer en adicciones y trastornos alimenticios

Y por si fuera poco, muchos estudios relacionan los niveles de esta hormona del estrés con ¡una menor esperanza de vida! 

¿Te imaginas? Quejarte todo el tiempo puede hacer que vivas menos.

Mientras más se repita este pensamiento o acción (mientras más te quejes) esta conexión neuronal se hace más estrecha, el camino se hace más accesible, y se forma un hábito. Llegando el punto en que todo en esta vida tiene un “algo malo” por lo que hay que quejarse en silencio o en voz alta, y de preferencia múltiples veces al día.

Recuerda que tus neuronas también buscan los caminos más cortos, rápidos y accesibles, como aquellos que se forman con el tiempo y la repetición.

Quejarse constantemente forma un hábito y pone en riesgo tu salud

El hábito de quejarse contamina a los demás

Quejarse es una contaminación invisible, así como el ruido o el smog de los autos, pero es dañina emocional y mentalmente.

Nos deberíamos de alejarnos de las personas que se quejan, así como nos alejamos de los fumadores cuando prenden su cigarro, y es totalmente cierto.

Por un fenómeno psicológico y neurológico, los humanos tendemos a seguir las actitudes y comportamientos de otros humanos. Si te rodeas con gente que vive sus días lamentándose por la lluvia o por los semáforos, entonces empezarás a quejarte por todo tú también. 

Es un efecto rebote del que no podemos escapar, a menos de que hagas algo al respecto para evitar contaminar a más gente (o evitar que te contaminen con quejas tóxicas).

Todo esto no quiere decir que tengas que quedarte con tus frustraciones atoradas en la garganta, se trata simplemente de canalizar de alguna forma más ecológica y saludable tus quejas o pensamientos negativos.

Así que si tú te quejas continuamente, o estás rodeado de personas que lo hacen, Te invito a seguirme en mi próximo blog donde te compartiré algunas 3 estrategias serán de gran utilidad para tu vida.

Sígueme en mi próximo blog y no te olvides de

VIBRAR ALTO. VIBRA BONITO

Scroll al inicio